Los encuentros nos esperan, pero la mayoría de las veces evitamos que sucedan. Sin embargo, si estamos desesperados, si ya no tenemos nada que perder, o si estamos muy entusiasmados con la vida, entonces lo desconocido se manifiesta, y nuestro universo cambia de rumbo. Todos sabemos amar, pues hemos nacido con ese don. Algunas personas lo practican naturalmente bien, pero la mayoría tienen que reaprender, recordar cómo se ama, y todos, sin excepción, tenemos que requemarnos en la hoguera de nuestras emociones pasadas, revivir algunas alegrías y dolores, hasta conseguir ver el hilo conductor que hay detrás de cada nuevo encuentro; sí, hay un hilo. Y entonces, los cuerpos aprenden a hablar el lenguaje del alma, eso se llama sexo.

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